La biblioteca popular de Buenos Aires, Volumes 31-33Imprenta del MERCURIO, 1880 |
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Popular passages
Page 230 - ... material? La biblioteca de la aldea contiene sus libros, y no habrán pasado las veladas largas de este invierno sin que yo sepa lo que San Agustín meditó sobre Dios, lo que Pascal discurrió sobre el hombre y lo que Humboldt enseña sobre las leyes que rigen el universo visible.
Page 230 - El libro es enseñanza y ejemplo. Es luz y revelación. Fortalece las esperanzas que ya se disipaban; sostiene y dirige las vocaciones nacientes que buscan su camino al través de las sombras del espíritu o de las dificultades de la vida. El joven oscuro puede ascender hasta el renombre imperecedero, conducido como Franklin por la lectura solitaria. El libro da a cada uno testimonio de su vida íntima. Es el confidente de las emociones inefables, de aquellas que el hombre ha acariciado en la soledad...
Page 176 - Man is his own star; and the soul that can Render an honest and a perfect man, Commands all light, all influence, all fate; Nothing to him falls early or too late. Our acts our angels are, or good or ill, Our fatal shadows that walk by us still.
Page 215 - Y solo, entre la vasta polvareda se ve, que cubre el anchuroso campo, el raudo huir de una ferviente rueda o el refulgir de un eje que remeda en denso nublo repentino lampo; o la ansiosa figura de un auriga que, en el ardor de la marcial contienda, desdeñoso del riesgo y la fatiga, sus corceles indómitos hostiga, ¡tendido, audaz, sobre la suelta rienda!... Y llega al fin hasta la opuesta valla el tropel de los carros : grito inmenso por todo el circo, en derredor estalla; mas inmóvil después...
Page 217 - Como al soplo del austro espesas mieses Ó cual ondas del mar, — contemplo alzadas De los héroes las frentes coronadas, Por cima de los fúlgidos paveses. Y en las gradas, después, de excelso templo Inundado en elíseas claridades, En celeste apoteosis les contemplo, Como sublime é inmortal ejemplo A las remotas pósteras edades ! ! « ¡Yo también! ¡yo también! ¡oh madre! ¡siento Del lidiador intrépido y del vate, Dentro de mi alma, el generoso aliento ! ¡También, para el olímpico...
Page 211 - ... la brisa Pasa ramas y flores columpiando ; Orlado el río de salvajes cañas Que unen lianas y agrestes madreselvas, Con sesgo curso y músicas extrañas Desciende entre las ásperas montañas Que, al fondo, cubren azuladas selvas; Entre el follaje del vecino huerto Corren las fuentes con parleras ondas, Y el coro de las aves, ya despierto, Salta y entona el matinal concierto Bajo las verdes y temblantes frondas...
Page 209 - Hasta mi estancia, entre el confuso ruido Que forma la ciudad en la mañana, En alas de la brisa conducido, Ha llegado, al través de mi ventana, De distantes vacadas el mugido : — De amor y alarma alto y profundo acento; Largo clamor de tristes vibraciones ; Ronco grito, ardoroso llamamiento Que, — por lentas graduales inflexiones, — Acaba en un hondísimo lamento : En cuyos tiernos sones prolongados La salvaje hermosura y la tristeza Se siente de los bosques y los prados, De las rudas montañas...
Page 210 - ¡Vuelvo a ser niño! — veinte y nueve años para mí no han pasado, de dolores, de inquietudes y acerbos desengaños ! En torno a la heredad de mis mayores mugen, al alba, inquietos los rebaños; su nota resonante y altanera alza a lo lejos vigilante gallo; y el silencio y la paz de la pradera sólo turba el clamor de alguna fiera o el vibrante relincho de un caballo; al oriente del cielo aun tenebroso...
Page 243 - Todo una extraña embriaguez me inspira ! ¡ Todo habla á mi alma un mágico lenguaje ; Y á su influjo, mi ser tiembla y suspira, Cual, suspensa de un sauce entre el ramaje, Murmura al viento una templada lira ! . . . » ¡ Cuando de algún poeta soberano Oigo los bellos himnos palpitante, Ó recorre sus páginas mi mano, Como el acento de un distante hermano, En mi alma se alza un eco semejante !...
Page 211 - Al oriente del cielo aún tenebroso tiñe ya leve azul el horizonte, y su rayo indistinto y misterioso, bajando oblicuo del lejano monte baña los mudos campos en reposo. Bajo su influjo, con gentil sonrisa, lentamente la tierra despertando, de su niebla despójase indecisa, cual de velo importuno; y ya la brisa pasa ramas y flores columpiando.